Hola a todos. Ya sé que esto puede resultar
un poco largo para las ajetreadas vidas que llevamos hoy en día, pero esta
publicación, de verdad, merece la pena que la leáis, hasta el final. Y no es
nada que comparta, copie y pegue, ni nada por el estilo. Es algo que estoy
escribiendo yo, Samuel Cuenca, personalmente, para todos vosotros, puesto que
en mi opinión merece la pena. Y NO va de mi vida, aunque os tenga que contar
algunas cosas para que lo entendáis todo, por si dejáis de leer a la mitad. Por
favor, leedlo.
Hace ya un par de años, empecé a hacer
presentaciones del libro que publiqué en 2012, “La esperanza del caballero
legendario”. Esto me llevó al centro C.E.I.P. Manantiales, un colegio justo
pegado al C.E.I.P. Zambrana, donde yo viví todos mis años de la Primaria.
Pues bien, un buen día, fui al
Manantiales a hacer la que creía que sería una presentación más del libro. Sin
embargo, en una de las clases, para mi sorpresa, había una chica, creo recordar
que estaba en 5º curso por aquel entonces, que se situaba en la primera fila, y
que me miraba muy atentamente, lo cual siempre es agradable para mí.
Suelo acordarme de las caras que me miran
fijamente, curiosas, mientras expongo. No obstante, ésta era una de esas caras
que no se te olvidan tan fácilmente. No era un rostro feo. Para nada. Era un
rostro más bien, especial. De hecho, se trataba de un rostro sumamente hermoso,
que transmitía incluso alegría. Pude observar que tenía la piel como caída,
demacrada. Mi primer pensamiento fue que se habría quemado alguna vez
gravemente y por ello seguía aún de aquella manera. La verdad es que me dio
bastante pena, pero terminé la exposición y no pasó de ahí.
Ha llovido desde ese día. Sin ir más
lejos, ahora mismo me encuentro escribiendo otra cosa, y voy ya por la página
58. Hasta que hoy, mirando Facebook, me encuentro este titular, seguido de esta
fotografía y esta noticia:
Dunia, una niña ´piel de mariposa´ que
pide ayuda
Sin más, le echo un vistazo a la
fotografía, y no salgo de mi asombro. ¿Podría ser la misma niña de aquella vez?
Corrí a leer la noticia entera, y poco a
poco me iba sorprendiendo, y conmoviendo, cada vez más. Sin duda era ella,
residente en mi pueblo, alumna del mismo centro (confirmado por un amigo mío al
que le pregunté en ese preciso instante), y con el mismo bello rostro que se me
quedó grabado en la retina. Pero en la foto no sonríe. Sino lo contrario. Y la
noticia no es mucho mejor.
He sentido la imperiosa necesidad de
hacer todo lo que esté en mi mano por agradecer esa atención que me prestó Dunia. Por eso escribo esto, y por eso no voy a parar de publicar este mismo
texto en diferentes webs, para que se comparta, se sepa, y, como deseo con todo
mi corazón, se ayude a esta familia.
Porque, ¿y si te dijera que ahora estás
tú en su piel? O en la de su padre. ¿Qué harías, qué pensarías si ni siquiera
comparte esta noticia todo el mundo? ¿Cómo te sentirías?
PONTE EN SU PIEL. COMPÁRTELO. PORQUE
TODOS PODEMOS APORTAR ALGO A ALGUIEN PARA HACER DE ESTE MUNDO ALGO MEJOR DE LO
QUE VEMOS EN TELEVISIÓN.